Filipinas

J. RIZAL

FILIPINAS

DENTRO DE CIEN AÑOS

[ESTUDIO POLÍTICO-SOCIAL]


Publicado en el quincenario
«La Solidaridad»
(Septiembre 1889-Enero 1890.)
Ahora reimpreso por primera vez.
Año de 1905.



ÍNDICE


I.

II.

III.

IV.



FILIPINAS
DENTRO DE CIEN AÑOS


I


Siguiendo nuestra costumbre de abordar de frente las másárduas y delicadas cuestiones que se relacionan conFilipinas, sin importarnos nada las consecuencias que nuestrafranqueza nos pudiera ocasionar, vamos en el presenteartículo á tratar de su porvenir.

Para leer en el destino de los pueblos, es menester abrir ellibro de su pasado. El pasado de Filipinas se reduce en grandesrasgos á lo que sigue:

Incorporadas apenas á la Corona Española, tuvieronque sostener con su sangre y con los esfuerzos de sus hijos lasguerras y las ambiciones conquistadoras del pueblo español,y en estas luchas, en esa crisis terrible de los pueblos cuandocambian de gobierno, de leyes, de usos, costumbres, religióny creencias, las Filipinas se despoblaron, empobrecieron yatrasaron, sorprendidas en su metamorfosis, sin confianza ya en supasado, sin fe aun en su presente y sin ninguna lisonjera esperanzaen los venideros días. Los antiguos señores, quesólo habían tratado de conquistarse el temor y lasumisión de sus súbditos, por ellos acostumbradosá la servidumbre, cayeron como las hojas de un árbolseco, y el pueblo, que no les tenía ni amor niconocía lo que era libertad, cambió fácilmentede amo, esperando tal vez ganar algo en la novedad.

Comenzó entonces una nueva era para los Filipinos.Perdieron poco á poco sus antiguas tradiciones, susrecuerdos; olvidaron su escritura, sus cantos, sus poesías,sus leyes, para aprenderse de memoria otras doctrinas, que nocomprendían, otra moral, otra estética, diferentes delas inspiradas á su raza por el clima y por su manera desentir. Entonces rebajóse, degradándose ante susmismos ojos, avergonzóse de lo que era suyo y nacional, paraadmirar y alabar cuanto era extraño é incomprensible;abatióse su espíritu y se doblegó.

Y así pasaron años y pasaron siglos. Las pompasreligiosas, los ritos que hablan á los ojos, los cantos, lasluces, las imágenes vestidas de oro, un culto en un idiomamisterioso, los cuentos, los milagros, y los sermones fueronhipnotizando el espíritu, supersticioso ya de por sí,del país, pero sin conseguir destruirlo por completo,á pesar de todo el sistema después desplegado yseguido con implacable tenacidad.

Llegado á este estado el rebajamiento moral de loshabitantes, el desaliento, el disgusto de sí mismo, se quisodar entonces el último golpe de gracia, para reducirá la nada tantas voluntades y tantos cerebros adormecidos,para hacer de los individuos una especie de brazos, de brutos, debestias de carga, así como una humanidad sin cerebro y sincorazón. Entonces díjose, dióse por admitidolo que se pretendía, se insultó á la raza, setrató de negarle toda virtud, toda cualidad humana, y hastahubo escritores y sacerdotes que, llevando el golpe másadelante, quisieron negar á los hijos del país nosólo la capacidad para la virtud, sino también hastala disposición para el vicio.

En

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