MEMORIA

HISTÓRICA, GEOGRÁFICA, POLÍTICA Y ECONÓMICA

sobre la

PROVINCIA DE MISIONES

DE INDIOS GUARANÍS

POR

Gonzalo de Doblas

TENIENTE GOBERNADOR.

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Primera Edicíon.

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BUENOS-AIRES.

IMPRENTA DEL ESTADO.

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1836.

Primera parte
Segunda parte

DISCURSO PRELIMINAR

A LA

MEMORIA SOBRE MISIONES


El aislamiento en que vivían los padres de la Compañía de Jesús en susmisiones del Paraguay, cuyo acceso impedían a los mismos españoles, hahecho ignorar hasta ahora el plan de esta singular república, y losarbitrios de que se valían para gobernarla. Las relaciones que sepublicaron para justificar su supresión no merecen crédito, por elespíritu que presidió a su redacción y el objeto que se propusieron losque las divulgaban. Ninguno de los miembros de aquella orden famosa seempeñó en rebatir estas calumnias; sea que los desalentase la desgracia,sea por la necesidad que sienten los que sufren males inmerecidos debuscar algún alivio en objetos nuevos y fantásticos. Sin desamparar elestudio, y conservando todos los hábitos de una vida laboriosa yarreglada, los Jesuitas perdieron de vista sus neófitos, y tomaron parteen los trabajos científicos y literarios que ilustraron los últimos añosde la pasada centuria. En Roma, en Boloña, en Venecia, se hicieronadmirar en las academias los que habían sido declarados enemigos de lasociedad y del trono.

Estos méritos no bastaron a restablecer su crédito, ni a librarlos delanatema de sus perseguidores. Los hombres más imparciales hacíanjusticia a los individuos, sin aprobar el espíritu de su instituto,sobre todo en lo concerniente a su modo de administrar las misiones delParaguay.

Lo que más contribuyó a acreditar estas calumnias fue lapublicación de una obra, titulada Reino Jesuítico del Paraguay[1],que el padre Bernardo Ibáñez escribió bajo el influjo de sentimientosrencorosos, después de haber sido expulsado de las Misiones por susintrigas con el Marqués de Valdelirios en tiempo de la guerraguaranítica. Este impostor llegó a Madrid cuando se meditaba ladestrucción de su orden, y se coligó con sus enemigos, denigrando a suspropios hermanos. Le salió al encuentro el padre Muriel en su apéndice ala traducción latina de la obra del padre Charlevoix; pero el idioma enque redactó sus notas, y el poco interés que inspiraba entonces estaapología, la dejaron ignorada en el público, para quien el silenciosuele ser prueba de culpabilidad en los acusados.

Con estas prevenciones, que eran generales en Europa, llegó a BuenosAires don Félix de Azara, uno de los comisarios españoles para la últimademarcación de límites. Empeñado en recoger materiales para lapublicación de su obra sobre la historia política y natural de estasprovincias, solicitó del administrador de uno de los departamentos deMisiones, que había examinado con más esmero el carácter de los indios yel de sus instituciones, un informe detallado de su origen y progresos,indicando los arbitrios que, a su juicio, podían emplearse para sacarlosde su abatimiento.

Para formase una idea de los males que acarreó a estos pueblos lasupresión de la Compañía de Jesús, basta echar la vista al siguienteestado comparativo de su situación en 17

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