FELIPE TRIGO
OBRAS COMPLETAS

CUENTOS
INGENUOS

RENACIMIENTO
SAN MARCOS, 42
MADRID
1920

Al índice

CUENTOS INGENUOS

OBRAS DE FELIPE TRIGO

LAS INGENUAS, novela, dos tomos (novena edición).

LA SED DE AMAR, novela (sexta edición).

ALMA EN LOS LABIOS, novela (cuarta edición).

LA ALTISIMA, novela (cuarta edición).

DEL FRIO AL FUEGO: Ellas a bordo, novela (tercera edición).

LA BRUTA: Héroes de ahora, novela (cuarta edición).

LA DE LOS OJOS COLOR DE UVA.—REVELADORAS.—LO IRREPARABLE, tres novelasen un tomo (cuarta edición).

SOR DEMONIO: El honor de un marido hidalgo y metafísico, novela (sextaedición).

EN LA CARRERA: Un buen chico estudiante en Madrid, novela (cuartaedición).

SOCIALISMO INDIVIDUALISTA, estudio (cuarta edición).

EL AMOR EN LA VIDA Y EN LOS LIBROS, estudio (cuarta edición).

LA CLAVE, novela (tercera edición).

LAS EVAS DEL PARAISO, novela (cuarta edición).

LAS POSADAS DEL AMOR, novela (segunda edición).

CUENTOS INGENUOS (cuarta edición).

EL MEDICO RURAL, novela (sexta edición).

LOS ABISMOS, novela.

EL PAPA DE LAS BELLEZAS, novela (segunda edición).

JARRAPELLEJOS: Vida arcádica, feliz e independiente de un españolrepresentativo, novela.

CRISIS DE LA CIVILIZACION.—LA GUERRA EUROPEA.

ASI PAGA EL DIABLO.—A PRUEBA.—EL GRAN SIMPATICO tres novelas en untomo (segunda edición).

SI SÉ POR QUÉ, novela (tercera edición).

EN MI CASTILLO DE LUZ.

LA NIÑA MIMOSA

—¿Estás?

—Sí, corriendo.

Y corriendo, corriendo, azotando las puertas con sus vuelos de seda,desde el tocador al gabinete y desde el armario al espejo, siempre en elretoque de última hora; buscando el alfiler o el abanico que perdían sucabecilla de loca, volviéndose desde la calle para ceñir a su gargantael collar, haciéndome entrar todavía por el pañolito de encaje olvidadosobre la silla, salíamos al fin todas las noches con hora y media deretraso, aunque con luz del sol empezara ella la archidifícil obra deponer a nivel de la belleza de su cara la delicadeza de su adorno.

Gracias había que dar si cuando al primer farol, ella, parándose, mepreguntaba: “¿Qué tal voy?”, no le contestaba yo: “Bien, muy guapa”, conabsoluto convencimiento; porque capaz era la niña de volverse en últimainstancia al tribunal supremo del espejo, y entonces, ¡adiós,teatro!..., llegábamos a la salida. Como ocurría muchas veces.

Ella muy de prisa, yo a su lado, un poco detrás, no muy cerca, conmezcla del respeto galante del caballero a la dama y del respeto gravedel groom a la duquesita. Cuando en la vuelta de una esquina rozabanmi brazo sus cintas, yo le pedía perdón. Mirábala si

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