Pepita Jiménez

Por

Juan Valera

J. Noguera a cargo de M. Martínez

Madrid, España

1874


Capítulos:-I--II--III-


El señor deán de la catedral de..., muerto pocos años ha, dejó entre suspapeles un legajo, que, rodando de unas manos en otras, ha venido a daren las mías, sin que, por extraña fortuna, se haya perdido uno solo delos documentos de que constaba. El rótulo del legajo es la sentencialatina que me sirve de epígrafe, sin el nombre de mujer que yo le doypor título ahora; y tal vez este rótulo haya contribuido a que lospapeles se conserven, pues creyéndolos cosa de sermón o de teología,nadie se movió antes que yo a desatar el balduque ni a leer una solapágina.

Contiene el legajo tres partes. La primera dice: Cartas de mi Sobrino;la segunda, Paralipómenos; y la tercera, Epílogo.Cartas de mi hermano.

Todo ello está escrito de una misma letra, que se puede inferir fuese ladel señor deán. Y como el conjunto forma algo a modo de novela, si biencon poco o ningún enredo, yo imaginé en un principio que tal vez elseñor deán quiso ejercitar su ingenio componiéndola en algunos ratos deocio; pero, mirado el asunto con más detención y, notando la naturalsencillez del estilo, me inclino a creer ahora que no hay tal novela,sino que las cartas son copia de verdaderas cartas, que el señor deánrasgó, quemó o devolvió a sus dueños, y que la parte narrativa,designada con el título bíblico de Paralipómenos, es la sola obra delseñor deán, a fin de completar el cuadro con sucesos que las cartas norefieren.

De cualquier modo que sea, confieso que no me ha cansado, antes bien meha interesado casi la lectura de estos papeles; y como en el día sepublica todo, he decidido publicarlos también, sin más averiguaciones,mudando sólo los nombres propios, para que, si viven los que con ellosse designan, no se vean en novela sin quererlo ni permitirlo.

Las cartas que la primera parte contiene parecen escritas por un jovende pocos años, con algún conocimiento teórico, pero con ninguna prácticade las cosas del mundo, educado al lado del señor deán, su tío, y en elSeminario, y con gran fervor religioso y empeño decidido de sersacerdote.

A este joven llamaremos D. Luis de Vargas.

El mencionado manuscrito, fielmente trasladado a la estampa, es comosigue.


-I-

Cartas de mi sobrino


22 de Marzo.

Querido tío y venerado maestro: Hace cuatro días que llegué con todafelicidad a este lugar de mi nacimiento, donde he hallado bien de saluda mi padre, al señor vicario y a los amigos y parientes. El contento deverlos y de hablar con ellos, después de tantos años de ausencia, me haembargado el ánimo y me ha robado el tiempo, de suerte que hasta ahorano he podido escribir a Vd.

Vd. me lo perdonará.

Como salí de aquí tan niño y he vuelto hecho un hombre, es singular laimpresión que me causan todos estos objetos que guardaba en la memoria.Todo me parece más chico, mucho más chico; pero también más bonito queel recuerdo que tenía. La casa de mi padre, que en mi imaginación erainmensa, es sin duda una gran casa de un rico labrador; pero más pequeñaque el Seminario. Lo que ahora comprendo y estimo mejor es el campo depor aquí. Las huertas, sobre todo, son deliciosas. ¡Qué sendas tanlindas hay entre ellas! A un lado, y tal vez a ambos, corre el aguacristalina con grato murmullo. Las orillas de las acequias estáncubiertas de yerbas olorosas y de flores de mil clases. En un

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